Actualmente se cree que amar a los hijos es darles todo lo que necesitan y quieren, sin límite alguno para que no vayan a sufrir alguna decepción o frustración. La verdad es que cuando no se les ponen límites a los hijos, lo que se crea son niños débiles de carácter y dependientes.
La disciplina es una forma de amor y es necesaria en la vida para poder alcanzar metas. Los niños que son criados de esta forma aprenden a ser tolerantes a la frustración, desarrollan fortaleza de carácter y la capacidad de ser independientes y seguros de sí mismos. Los niños deben aprender que cuando hacen algo incorrecto, habrá consecuencias negativas y de esta forma aprenden a diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal.
Es importante estar consciente de que disciplinar a un hijo no es gritarle o abusar de él físicamente. La clave es usar métodos sin castigos, para ayudar a transmitir un mensaje con respeto, amor, asertividad y firmeza. Sobre todo sin prejuzgar ni etiquetarlos como malos, sino trabajando en la profundización de las causas reales de los comportamientos inadecuados.
Los niños deben aprender mediante el ensayo y error a colaborar con su familia y los grupos sociales en los que se integran. Debemos acompañar su crecimiento con firme y amorosa presencia, pero no desde la imposición ni el castigo.
Aquí hay algunas formas en las que puedes infundir algunos principios que te ayudarán a conseguirlo. Todo lo que necesitas es cultivar paz, amor y comprensión.
- Retírate del conflicto para tranquilizarte. Cuando la situación se esté saliendo de proporción es mejor tomarte unos minutos para calmarte, procura no responder con enojo y dolor.
- Mientras intentas preservar tu cordura, visualiza un momento que te genere pensamientos positivos.
- Algunos comportamientos molestos, como la rebeldía o la altanería, son una parte normal del desarrollo infantil.
- Guía a tu hijo confiando en que puedes poner el ejemplo. Puede que el siga enojado o irritado, pero al hablar con tu hijo de forma agradable y calmada, al tiempo que le recuerdas corresponderte y hablarte con respeto, fijarás el tono más deseable y lo guiarás a desarrollar una actitud idónea.
- Evita minimizar sus problemas, pues para él podrían ser muy importantes. A veces el conflicto puede ser un reflejo de algo exterior que lo perturba y con que no sabe cómo lidiar, lo cual se manifestaría como irritabilidad.
- Asegúrate de cumplir con los castigos. Los niños necesitan saber que no pueden transgredir los límites que hayas establecido y salirse con la suya; de lo contrario, volverán a transgredirlos la próxima vez.
- Siempre ten en cuenta decirle a tu hijo que lo amas, incluso cuando tu objetivo sea que se comporte mejor. Al mostrar estabilidad, guiarás a tu hijo para que comprenda que aunque los miembros de la familia pueden tener conflictos o hallarse en desacuerdo, no deben olvidar cuánto se aman.
Asegúrate de tener tiempo y actividades personales para aliviar tu estrés.
Fuente: Nuestroshijos.do & Ecagrupoeducativo